miércoles, 17 de marzo de 2010

¿Por qué Madres Mónicas?



La comunidad de Madres Mónicas esta inspirada en la vida de una mujer maravillosa, Santa Mónica, nacida en Tagaste, la actual Souk Ahras, en Argelia, cuando el norte de África formaba parte todavía del Imperio Romano.
Mónica llegó a la santidad gracias a su perseverante oración por la conversión de uno de sus hijos: San Agustín.

Agustín fue para Mónica causa de mucho sufrimiento y lágrimas. Y es que a pesar de haberlo criado con un profundo amor a Dios, el espíritu inquieto de Agustín lo hizo vivir en una búsqueda constante de la verdad, la misma que lo llevó por caminos equivocados y lo apartó de la fe verdadera.
Sin embargo los extravíos de su hijo no debilitaron la perseverancia de Mónica que no se cansaba de pedir por su conversión.
Como consuelo escucharía las palabras del obispo San Ambrosio que le decía: "No puede perderse el hijo de tantas lágrimas".Su determinación, su entereza de ánimo, su inteligencia, su amor materno y su fidelidad a la Iglesia resultaron decisivas en la conversión religiosa de su hijo.
Esta actitud la ha convertido en modelo perenne de esposas y madres cristianas. La Iglesia, al honrar su memoria, reconoce en Santa Mónica a tantas mujeres anónimas, que no sólo han preservado la fe de sus hijos, sino que los han conducido al servicio de la Iglesia y de la sociedad.
Uno de nuestros principales valores agustinianos es la interioridad,virtud que Mónica supo desarrollar muy bien. Pero además, ella demostró ser una mujer de carácter y no dudo en tomar decisiones radicales en los momentos de mayor extravio en la vida de Agustín, aún cuando eso significara para ella un gran dolor.
No fue una madre permisiva ni apañadora. Cuando Agustín quiso ir en contra de las verdades de la iglesia, ella se lo reclamó e incluso le pidió que se fuera de la casa para no avalar su conducta.

En muchos de sus escritos San Agustín reconoce que la salvación de su alma fue posible gracias a las oraciones de su madre: “las ardientes súplicas y cotidianas oraciones de mi buena madre […] evitaron mi perdición” (El don de la perseverancia, 20,53). Pero su labor incesante dio muchos frutos llegando a conseguir también la conversión de su esposo Patricio, que era pagano.

Al final de sus días, Mónica presintiendo la cercanía de la muerte dirá: “Hijo mío, nada me deleita ya en esta vida […] Una cosa deseaba y era el verte cristiano católico antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, puesto que, despreciada la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago ya aquí?" (Conf. 9.10,26). A los cinco días cayó en cama y tras breve enfermedad expiró.

En 1982 el padre Lorenzo Infante (1905-1997) fundó en Madrid la “Comunidad Madres Cristianas Santa Mónica” con el fin de formar madres, “que, convencidas de que la fe es el mayor tesoro que pueden legar a sus hijos, defiendan con eficacia la fe de los mismos”. Logrando finalmente engendrarlos para la vida eterna.

¿Podemos proteger a nuestros hijos todo el tiempo?


Nos convertimos en madres desde el momento de la concepción y nunca más dejamos de serlo.
Por ello, el velar por el bienestar y la protección de nuestros hijos ha sido y será nuestra mayor preocupación siempre. Pero esta inquietud no es novedad del nuevo milenio, es una historia que se repite desde el comienzo de los tiempos.
Si nos ofrecieran una fórmula mágica para mantenerlos permanentemente protegidos y seguros, no dudaríamos un instante en dar todo lo que tenemos para obtenerla. Sin embargo esta fórmula no existe, ni existirá jamás. Y a medida que el tiempo podemos constatar que se va haciendo cada vez más real aquel hermoso poema de Khalil Gibran...

Tus hijos no son tus hijos

son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.

No vienen de ti, sino a traves de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.


Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinacion
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.


Conscientes de esta realidad debemos dejarlos volar, pero no sin antes buscar la mejor manera de que nosotros logremos esa inclinación perfecta del arco de nuestras vidas, a partir de la que debe ser nuestra principal y mayor preocuapción: alumbrarlos para la vida eterna.
Por eso te invito a participar de esta comunidad de amor, cuya misión principal es trabajar por el fortalecimento de la fe de nuestros hijos.
Únete a nosotras y serás testigo del poder de la oración.

¿Qué es la comunidad de madres cristianas "Santa Mónica"?


Esta comunidad tiene como finalidad formar grupos de mamás que puedan acompañarse en la oración comunitaria por el fortalecimiento de la fe de los hijos, propios y ajenos. Buscando, según sea el caso, fijar y perfeccionar la fe de quienes la tienen, reconquistar para esa fe a quienes tuvieron la desdicha de perderla. Y lograr que los hijos, firmes en la fe, sepan "contagiarla" a todos los ambientes sobre los que puedan influir, comenzando por sus hogares.
Los coros de madres Mónicas son una hermosa expresión de la solidadiridad Agustino recoleta, pues, a través de ellos siete madres oran de manera voluntaria y comprometida por sus hijos y los hijos de sus compañeras de oración.
Esto se realiza de manera especial el día de la semana que cada una de las madres participantes ha elegido, de esta manera la oración nunca se interrumpe.
Mi coro esta conformado por: Angela Arévalo, Mirtha Arévalo, Janet Arévalo, Jessica Sánchez, Karen Ramos,Anita Vargas y yo.
La distribución de la semana para la oración es la siguiente:




Nuestro compromiso como Madres Mónicas, además de la perseverancia en la oración, es atraer nuevas madres a nuestra comunidad, para que este camino de amor siga creciendo y extendiendose en nuestra madre Iglesia. Recordemos que al asignar a cada integrante del coro un día de la semana, aseguramos una oración permanente por nuestro tesoro más preciado: nuestros hijos.
No exigimos reuniones, ni rezar en tal o cual lugar. La oración se puede hacer en la casa, el templo o en cualquier lugar. Lo importante es no poner obstáculos a la oración.


En la actualidad estos coros de oración están presentes en Argentina; Venezuela con 123 coros a los que pertenecen 861 madres; Costa Rica con 37 coros y 269 madres, España 238 coros y 1 666 integrantes. Asimismo, en Estados Unidos hay 59 coros con 413 madres; en Italia 18 coros y 126 madres; México 390 coros 2730 asociadas. Perú es el país con más coros y madres afiliadas: 746 con 5 222 participantes.

No tenemos cuotas de participación, únicamente se da como inscripción una cuota voluntaria, no menor de cinco soles con la cual se les hace llegar el manual y las oraciones. Lo recibido se remite a la Vicaría del Perú de los Padres Agustinos Recoletos sito en Caminos del nca 700, San MIguel Lima 21 teléfono 2630820
Si estás interesada en unirte a nuestra comunidad comunicate conmigo al siguiente correo parevalo@santaritadecasia.edu.pe y gustosamente podré apoyarlas en este maravillosos camino de amor.

martes, 16 de marzo de 2010

Ganemos el apoyo de nuestra Madre del Cielo


Tenemos el maravilloso privilegio de ser madres, y esto nos regala la posibilidad de entender de manera perfecta lo que María sintió y vivió al lado de Jesucristo. Ella tuvo la dicha de acompañarlo en sus primeras palabras, sus primeros pasos y guardaba dentro de su corazón amorosamente cada detalle Nuestra amorosa madre la Santísima Virgen María es Nuestra Abogada ante nuestro Señor Jesucristo su hijo. Su mayor deseo es que podamos conocerla mejor al igual que a Nuestro Señor.
Una manera muy simple de hacerlo es a través de la humilde devoción del santo Rosario que es la oración predilecta de nuestra madre celestial.
El Rosario no está en la Biblia, pero la Biblia está en el Rosario. A través de estas meditaciones sencillas recibimos toda la Gracia que necesitamos.

La Virgen ha solicitado esta oración del Rosario, para combatir las herejías y para defendernos de los ataques del demonio.

El Rosario contiene veinte misterios divididos en Luminosos, Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. Estos se pueden recitar en grupos de cinco misterios en diferentes días de la semana.

Cuando rezamos el Santo Rosario tenemos la posibilidad de meditar los diferentes eventos de la vida de Cristo y de su Madre Santísima y a través de él ganamos para nosotros y para nuestras familias todas las bendiciones prometidas por nuestra Madre santísima.
Te regalo esta hermosa oración:
Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro purismo seno, en que por nueve meses hizo su morada el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro maternal regazo en que reposó y durmió dulcemente el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros santísimos brazos, que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecharon al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.


¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros ojos virginales que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros oídos castísimos, que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de Madre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros candidísimos labios, que con gozo inexplicable imprimieron tiernos besos en el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendita vuestra lengua angelical, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría
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