miércoles, 17 de marzo de 2010

¿Podemos proteger a nuestros hijos todo el tiempo?


Nos convertimos en madres desde el momento de la concepción y nunca más dejamos de serlo.
Por ello, el velar por el bienestar y la protección de nuestros hijos ha sido y será nuestra mayor preocupación siempre. Pero esta inquietud no es novedad del nuevo milenio, es una historia que se repite desde el comienzo de los tiempos.
Si nos ofrecieran una fórmula mágica para mantenerlos permanentemente protegidos y seguros, no dudaríamos un instante en dar todo lo que tenemos para obtenerla. Sin embargo esta fórmula no existe, ni existirá jamás. Y a medida que el tiempo podemos constatar que se va haciendo cada vez más real aquel hermoso poema de Khalil Gibran...

Tus hijos no son tus hijos

son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.

No vienen de ti, sino a traves de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.


Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinacion
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.


Conscientes de esta realidad debemos dejarlos volar, pero no sin antes buscar la mejor manera de que nosotros logremos esa inclinación perfecta del arco de nuestras vidas, a partir de la que debe ser nuestra principal y mayor preocuapción: alumbrarlos para la vida eterna.
Por eso te invito a participar de esta comunidad de amor, cuya misión principal es trabajar por el fortalecimento de la fe de nuestros hijos.
Únete a nosotras y serás testigo del poder de la oración.

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