martes, 16 de marzo de 2010

Ganemos el apoyo de nuestra Madre del Cielo


Tenemos el maravilloso privilegio de ser madres, y esto nos regala la posibilidad de entender de manera perfecta lo que María sintió y vivió al lado de Jesucristo. Ella tuvo la dicha de acompañarlo en sus primeras palabras, sus primeros pasos y guardaba dentro de su corazón amorosamente cada detalle Nuestra amorosa madre la Santísima Virgen María es Nuestra Abogada ante nuestro Señor Jesucristo su hijo. Su mayor deseo es que podamos conocerla mejor al igual que a Nuestro Señor.
Una manera muy simple de hacerlo es a través de la humilde devoción del santo Rosario que es la oración predilecta de nuestra madre celestial.
El Rosario no está en la Biblia, pero la Biblia está en el Rosario. A través de estas meditaciones sencillas recibimos toda la Gracia que necesitamos.

La Virgen ha solicitado esta oración del Rosario, para combatir las herejías y para defendernos de los ataques del demonio.

El Rosario contiene veinte misterios divididos en Luminosos, Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. Estos se pueden recitar en grupos de cinco misterios en diferentes días de la semana.

Cuando rezamos el Santo Rosario tenemos la posibilidad de meditar los diferentes eventos de la vida de Cristo y de su Madre Santísima y a través de él ganamos para nosotros y para nuestras familias todas las bendiciones prometidas por nuestra Madre santísima.
Te regalo esta hermosa oración:
Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro purismo seno, en que por nueve meses hizo su morada el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro maternal regazo en que reposó y durmió dulcemente el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros santísimos brazos, que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecharon al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.


¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros ojos virginales que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros oídos castísimos, que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de Madre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros candidísimos labios, que con gozo inexplicable imprimieron tiernos besos en el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.
¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendita vuestra lengua angelical, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría
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